sábado, 20 de diciembre de 2014

JERÓNIMO ZURITA Y CASTRO

(Zaragoza, 1512 - id., 1580). De ilustre familia, su dedicación a narrar la Historia de su tierra será el objetivo de su vida. Sus estudios se iniciaron en Alcalá de Henares, dominando el griego, latín y otros idiomas vivos. Su padre era médico de cámara de los reyes Fernando II el Católico y más tarde de Carlos I . De adolescente el futuro cronista ya desempeñó algunos cargos públicos, como el marinado de Barbastro y de Almudébar y la bailía de Huesca. Felipe II en 1566 lo nombrará secretario de su Consejo y Cámara. Las Cortes de Aragón de 1548 lo nombraron primer cronista del reino y será a su vez secretario del Santo Oficio de la Inquisición , cargo en que sucedió a su suegro. El desempeño de este puesto le obligó a viajar por los Países Bajos, Sicilia, Nápoles y Roma, que aprovechó para satisfacer sus deseos de recoger materiales con que ilustrar sus estudios de Historia.

Al cabo de treinta años de labor constante redactará su obra monumental, los Anales de la Corona de Aragón, cuyo último volumen se editó el mismo año del fallecimiento de su autor. Escribirá además unos Indices rerum ab Aragoniae regibus gestarum (editados en Zaragoza en 1578), en donde añadió Zurita las historias de Sicilia escritas por fray Gualberto de Malaterra, fray Alejandro abad de San Salvador de Colesina y el Abolorio de Roberto Guiscardo y sus sucesores. Los Indices comprenden la Historia de Aragón hasta la muerte del rey Martín I .
Otra importante obra crítica serán sus Enmiendas y advertencias a las crónicas de don Pedro, don Enrique el segundo, don Juan el primero y don Enrique el tercero que escribió don Pedro López de Ayala, que editaría más tarde Diego José Dormer en 1683; de signo parecido son sus comentarios a los Claros Varones de Pulgar y a las obras de otros historiadores. Una obra modelo por su crítica es su Antonini Augusti itinerarium, que editaría Schott en Colonia en 1600; y no menos interesantes serán sus trabajos genealógicos (en parte inéditos) y numerosas cartas cruzadas con eruditos de su tiempo. Los Anales de la Corona de Aragón, su obra más conocida y celebrada, se caracterizan por un parco prólogo en que se limita a advertirlas dificultades de saber los orígenes de los pueblos; así que su relato comienza desde la invasión musulmana de la península ibérica llegando hasta la vida y obra de Fernando II el Católico inclusive, a quien va a dedicar otra obra que completa la de los Anales, y que titula Historia del rey don Fernando el Católico. De las empresas y ligas de Italia. El propósito de Zurita será historiar con la máxima honradez, desechando las consejas; para ello desprecia lo ya escrito y vuelve a considerar las fuentes o documentos, que extracta con todo detalle, incluso copiando las mismas palabras redaccionales. Para la exposición del relato adopta el método cronológico, siguiendo la sucesión correlativa de los años y trata de todo: la política, las instituciones, la vida religiosa, etc. Utiliza numerosas lecturas que ha llevado a cabo en riquísimas bibliotecas; parte de los libros forman la suya que está en algunos de sus componentes en la actual Biblioteca de El Escorial. Su obra es muchas veces una auténtica Historia nacional e incluso peninsular, pues le preocupa Portugal. Así que los Anales sobre todo son un verdadero arsenal de datos, y sólo se resiente su constante objetividad cuando a veces acepta relatos sacados de fuentes literarias.

Alonso de Santa Cruz ya objetaba su parcialidad por el reino de Aragón y el poco afecto mostrado hacia Castilla; llegó a calificar a Zurita de autor pedante porque algunos temas los exageraba y agrandaba en demasía. Tuvo también defensores acérrimos, como Ambrosio de Morales que llegó a negar ese supuesto anticastellanismo; pero el gran abogado de Zurita como historiador fue Juan Páez de Castro. El defecto de Zurita para el lector actual es su estilo hosco, pues hasta se notan en la redacción las suturas que coloca para unir sucesivos documentos que extracta; por ello se reiteran algunas noticias, resulta poco agradable el puro orden cronológico de la exposición, pero es sin duda una fuente primerísima para las consultas, pues lo que Zurita apunta es el estricto dato de los documentos fidedignos que ha consultado. Su estilo por otra parte resulta alambicado y muy semejante en su sintaxis a su gran modelo latino, el historiador Tácito. Manejaba muy bien el latín, y ello se nota especialmente leyendo sus Indices en latín.

Se ha llevado a cabo una edición de los Anales en que el cuidado de la ortografía y signos de puntuación y otros recursos tipográficos hacen más amable la lectura de los Anales. Están por editar algunas obras del cronista, especialmente su obra sobre genealogías aragonesas, por la Institución «Fernando el Católico» de Zaragoza.





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