domingo, 1 de febrero de 2015

SIGNIFICADO DE LA OBRA DE ALFONSO I

En 1035 nacía el reino cristiano de Aragón, en el norte; en 1039, el
reino de Sarakusta pasaba a manos de la dinastía Beni Hud, en el sur.

Mientras el primero luchaba por sobrevivir, el segundo atravesó un momento esplendoroso. Luego, tras unos compases de equilibrio, simbolizado, respectivamente, por la catedral de Jaca y por la Aljafería, obras coetáneas, la tendencia se invierte.

Tras las toma armada de Huesca (1096) y Barbastro (1100), ahora se plantea la posesión de las ciudades de la misma línea del Ebro, frente a las que Sancho Ramírez y Pedro I todo lo más que pudieron hacer fue instalar posiciones de vigilancia y hostigamiento, como había ocurrido frente a Huesca con el famoso Pueyo de Sancho (hoy ermita de San Jorge) y Montearagón. Así, frente a Tudela, habían fortificado Arguedas (1084) y Milagro —«Miráculo, Mirador»— (1098); frente a Zaragoza, El Castellar (1091) y Juslibol (1101); ante Fraga, Velilla de Cinca (1109); frente a Lérida, Almenar (1093). Pero ahí había quedado todo.

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