ALFONSO I "EL BATALLADOR" Y EL GRIAL

Santo Grial en San Juan de la Peña (Huesca).

Al haber heredado el reino, el joven monarca muchas veces venía al Monasterio de San Juan de la Peña para visitar a su tutor, Galindo de Arbós, en busca de sus sabios consejos, y aprovechaba estos viajes para entrevistarse con su amigo de infancia y su fiel compañero de batallas Castañ, conocido también como Castán de Biel (o Gastón de Biel), quien en aquella época (1110-1137) señoreaba el Castillo de Agüero, además de otras fortalezas.



Una vez durmiendo en el Castillo de Agüero Alfonso vio un extraño sueño: entre las brumas de niebla le apareció un ángel que portaba un cáliz y le dijo que el rey debía dedicar su vida a la lucha contra los enemigos de la fe en que le ayudaría el Santo Grial señalado por los templarios, pues existían varias reliquias de aspecto parecido, y levantar un templo dedicado a la Copa Sagrada...Al despertarse el rey concertó la entrevista con el Gran Maestre de la Orden del Temple y su encuentro pronto cambió la vida del monarca. Al mismo tiempo Alfonso ordenó que cerca de Agüero se levantase un nuevo templo y que en uno de sus relieves se representase el sueño que había transformado su destino. Así empezó su camino victorioso de las batallas.
Mientras tanto en Agüero, bajo el control de Castán de Biel y los templarios, continuaban las obras de la construcción del Templo del Santo Grial, destinado para ser uno de los refugios secretos del Sagrado Cáliz.
Luego el rey aragonés atravesó el Valle de Arán entre octubre de 1130 e inicios de 1131 para socorrer a sus aliados del otro lado de los Pirineos a los que debía protección. Pues sus aliados, Gastón de Bearn y los señores de Foix y Cominges, mantenían un enfrentamiento con el Duque de Aquitania. Alfonso el Batallador atacó sus tierras y consiguió ampliar su reino marcando las fronteras «desde Belorado hasta Pallars y desde Bayona hasta Monreal». Al mismo tiempo, en 1131, mientras el monarca aragonés combatía en Gascuña, el vizconde Gastón IV de Bearn y otros sus aliados combatieron en el sureste de Aragón contra los almorávides, que seguían acosando el reino. Los cristianos tomaron el Maestrazgo, pero en uno de los últimos ataques sarracenos el vizconde fue muerto y la zona cayó en manos musulmanas. Tras la muerte de Gastón, el rey volvió a su reino dejando la política occitana en manos de sus caballeros. En 1133 Alfonso se apoderó de Mequinenza, uno de los últimos bastiones islámicos en territorio aragonés, aunque con un ejército menguado sin los bearneses y gascones de Gastón, que habían vuelto en masa a su tierra. En el mismo año el soberano aragonés conquistó Horta de San Juan, que constituyó junto con Escarp y Morella el confín oriental de su reino.
En el verano de 1134 estaba el rey sitiando la fortaleza de Fraga con apenas 500 caballeros cuando un ataque de la guarnición musulmana, apoyada por 2700 jinetes que habían enviado los gobernadores árabes de Córdoba, Murcia, Valencia y Lérida, derrotó a los cristianos el 17 de julio. El veterano monarca recibió graves heridas, pero logró salvarse evitando el cautiverio sarraceno. Luego empieza el misterio de la muerte de Alfonso el Batallador:
Se considera oficialmente que las heridas recibidas durante la batalla de Fraga causaron su fallecimiento el 7 de septiembre de 1134 en la localidad monegrina de Poleñino (entre Sariñena y Grañén).
- Sin embargo, existe la creencia de que «...Alfonso el Batallador no murió en la Batalla de Fraga, sino que por ser derrotado en esa ocasion, huyó en silencio a Palestina. Algunos años después, gobernando Aragón su sobrina Doña Petronila, se le presentó un hombre diciendo que era Alfonso el Batallador, siendo que todos los testigos de su edad que fueron llamados a reconocerle, coincidian en que era este, del mismo porte y facciones del Rey dado por muerto. Como el testamento de Alfonso habia sido por demás complicado -y por otro lado, desobedecido- Doña Petronila cortó por lo sano e hizo ahorcar al pobre hombre, quizas su Rey verdadero...Se le ejecutó en sigilo y enterró con mas sigilo aun, en el Monasterio de Mont-Aragón, siendo mudado luego varias veces, hasta que a 1895 se hallaban sus restos en la Iglesia de San Pedro el Viejo...»
- Otra leyenda afirma que Alfonso el Batallador «...herido de muerte en la Batalla de Fraga, se refugió en el monasterio de San Juan de la Peña y que allí vivió muchos años gracias al poder del Grial...»
- La tercera leyenda cuenta que Alfonso, tras la derrota de Fraga, al haberse visto siempre vencedor, no quiso perecer en su reino y se fue a la Tierra Santa:
«...En 1174, cuando la invasión almohade pone en peligro el reino, Arnau de Torroja, Gran Maestre del Temple, afirmó que Alfonso regresaría para salvar a su pueblo, pues no había muerto 40 años antes, sino que se había retirado a Jerusalén...»
- Varias leyendas más asocian a Alfonso el Batallador con las tradiciones artúricas. Se establecen los paralelismos entre el Recipiente Sagrado místico, el Cáliz de San Juan de la Peña y el Santo Grial Templario con la constante alusión de que el Rey del Grial, Anfortas o el Rey Pescador que sobrevive gracias a las virtudes curativas de la reliquia es Alfonso I el Batallador.
«...Estas sugerencias se basan en los poemas de Chrétien de Troyes (1135-1190) "Perceval ou le conte du graal" y en "Parzival" de Wolfram von Eschenbach (1170-1220).
El primer autor que recoge la tradición del Grial fue Guiot de Provins, trovador de Alfonso II el Casto, con quien Wolfram von Eschenbach tuvo relación personal. En ella se relata una leyenda de la época de Alfonso I el Batallador quien firmó numerosas veces sus documentos con el nombre de Anfortius. Al rey de Aragón, Alonso II el Casto, se le identifica con uno de los principales personajes de la obra: Castis, padre del héroe Perceval...»




Fuente: RED.
Autor: DESCONOCIDO.